En el canal de televisión VIAJAR,muy de vez en cuando,veo una serie de reportajes dedicado a los grandes jardines de todo el mundo.Arquitectos,jardineros,artistas,estilistas y un sinfin de oficios dedican sus saberes a la construcción y mantenimiento de estos singulares espacios.Caminando por las calles de pueblos y ciudades,de vez en cuando observo cómo algunos árboles están manipulados por algún profesional del gremio, para mí desconocido.Me pregunto; ¿Quienes serán los estilistas? ¿Quienes los peluqueros de éstos "árboles callejeros"?.

Así es como llaman en la mayoría de los países iberoamericanos a lo que nosotros llamamos Día de la Hispanidad o ''Puente del Pilar''. El pasado mes de abril pasé unos días en Santo Domingo, capital de la República Dominicana, y recorriendo las maltrechas calles de la ciudad colonial fotografié tres formas diferentes de resumir la invasión de ''las naves españolas'' en el nuevo continente. La primera, la hice en el patio interior de una casa colonial próxima al convento de los Dominicos. La segunda, es la que dicen que es la primera catedral de América; Santa María la Mayor. Y la tercera, en el patio de una sencilla casa próxima al famoso Mercado Modelo. Esta es la imagen que yo encontré gracias a la gran ''aventura de Colón'' y que transformó las visiones del mundo.

Si  esta serie de fotografías fueran en blanco y negro, podríamos pensar que nos trasladamos a los años noventa en plena Guerra de los Balcanes. No es así. En la madrugada del veintinueve de junio de 2010, el fuego provocado por un rayo destuyó parte de la cubierta de la iglesia parroquial de San Bartolomé en Tardajos de Duero, Soria.

El pasado fin de semana en la portada del Diario de Soria aparecía una foto del interior de la iglesia. Movido por la curiosidad me acerqué a verla y contemplé junto al párroco y algunos vecinos que después de tres meses y medio ni una sencilla lona protege la bóveda para evitar que las lluvias y heladas del duro invierno soriano destruyan los retablos que todavía se conservan.

No sé porqué extraña razón nunca me había puesto a leer El Principito. Por circunstancias que no vienen al caso, el domingo por la mañana comencé a hojearlo. Bueno, leí veinte o treinta páginas. Por la tarde, aprovechando la calidez de la luz del otoño, me fui a dar una vuelta por un hayedo maravilloso que hay en las próximidades del Royo (Soria). Lo he fotografiado mil veces pero esa tarde y movido por los textos del cuento de Exupéry decidí ''verlo'', ''mirarlo'', ''observarlo'' y en definitiva fotografiarlo a la altura del personaje de la fábula.

Creo que así serían las imágenes de un ser diminuto, de un gnomo del bosque, de El Principito.

Conocí a Enrique Vazquez ," Kike", como le gusta que lo llamen, dando una clase de reportaje en la escuela escuela de fotografía EFTI.

Escondía dentro de su profunda timidez, unas tremendas ganas de comerse el mundo y quise con él compartir mesa. Como soy partidario de fotografiar lo que se tiene cerca, en una cita a ciegas le propuse fotografiar su vida.Cansado de las perolas de las cocinas, este joven palentino de Venta de Baños, decidió matricularse en la escuela para iniciar su aprendizaje en la carrera fotográfica. Quería ser fotoperiodista. Alquiló una modesta casa en el Puente de Vallecas y poco a poco se ha ido introduciendo en el complejo mundo de la fotografía.

Después de año y medio de esfuerzos sigue metido en este "lio" . Ha hecho una exposición en su pueblo, lo verás en cualquier manifestación y en casi todos los conciertos, se está labrando su campo en el mundo del fotoreportaje y la fotografía musical. Fué mi alumno, mi "modelo" y ahora es mi amigo.

Cuando vas por la costa desde Santo Domingo a Boca Chica (República Dominicana) y cerca del aeropuerto de Las Américas junto a un punto de venta de souvenirs, observas con auténtico "estupor", cómo se elevan sobre el mar las cruces de colores de un cementerio abandonado. Es el cementerio de La  Caleta. La primera vez que pasé, no me lo creía .Parecía un decorado de cine. Volví a los dos días con la intención de verlo más despacio y fotografiarlo.

Efectivamente, un antiguo cementerio junto al mar lucía vistosos colores sin ningún tipo de pudor. Cruces y tumbas, habían sido pintadas de llamativos colores. Azules, amarillos, rosas, verdes.. formaban un panorama, cuanto menos "expectacular". Por oficio, pregunté al vendedor de regalos el quién, el cómo y el porqué de semejante "sacrilegio". Me dijo que lo había pintado y limpiado su hermano por orden y pago de un colombiano, cuestión de marketing. Los turistas se paran a verlo y de paso compran algo. Otras versiones me hablaron de santería o vudú. No lo sé. En estos días, todos los cementerios de la Península Ibérica se decoran con vivos y horteras colores de flores y zarandajas que afortunadamente marchitan a los diez o doce días. Sólo los decorados con flores de los chinos, permanecerán más tiempo para desgracia del vivo, que el muerto ni se entera.

No sé si es cierta cualquiera de las versiones de los dominicanos y su cementerio, pero yo me quedo con la decoración caribeña aunque sea a "perpetuidad".